PLATON

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1.1. PLATÓN, La República , libro VII, 514a-518b (trad. M. Fernández-Galiano,
Madrid, Alianza, 1998, pp. 368-375).
I.- Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación
o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea
provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos
hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse
quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos,
la luz de un fuego que arde algo más y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino
situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas
que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
-Ya lo veo -dijo.
-Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya
altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda
clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que
estén callados.
-¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
-Iguales que nosotros -dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí
mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que
está frente a ellos?
-¿Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
-¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
-¿Qué otra cosa van a ver?
-Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras
que veían pasar ante ellos?
-Forzosamente.
-¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara
alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
-No, ¡por Zeus! -dijo.
-Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las
sombras de los objetos fabricados.
-Es enteramente forzoso -dijo.
-Examina, pues -dije-, que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si,
conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a
levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto,
sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía
antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es
ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más 1reales, goza de una
visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus
preguntas acerca de qué es cada uno de ellos?
¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que
entonces se le mostraba?
-Mucho más -dijo.
II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía,
volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que estos son realmente más
claros que los que le muestra?
-Así es -dijo.
-Y si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le
dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser
arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni
una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
-No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
-Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba.
Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros
objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el
contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna,
que el ver de día el sol y lo que le es propio.
-¿Cómo no?
-Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él,
sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y
contemplar.
-Necesariamente -dijo.
-Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y
gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos
veían.
-Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
-¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros
de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
-Efectivamente.
-Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a
aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de
cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que
nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas
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cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de
Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio"
o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
-Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
-Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se
le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
-Ciertamente -dijo.
-Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados,
opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -
y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él
que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar
una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien
intentara desatarles y hacerles subir?
-Creo que sí -dijo.
III.-Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón! a lo que se ha dicho
antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego
que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las
cosas de este, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a
mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En
fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea
del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en
todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en la
inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien
quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
-También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.
-Pues bien -dije-, dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han llegado a ese
punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden siempre a permanecer en
las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos si también esto concuerda con la imagen de que
se ha hablado.
-Es natural, desde luego -dijo.
¿Y qué? ¿Crees -dije yo- que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las contemplaciones
divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no
hallándose aún suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir, en los
tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de que son ellas
reflejo, y a contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han
visto la justicia en sí?
-No es nada extraño -dijo.
-Antes bien -dije-, toda persona razonable debe recordar que son dos las maneras y dos las causas por las
cuales se ofuscan los ojos al pasar de la luz a la tiniebla y al pasar de la tiniebla a la luz. Y una vez ha ya
pensado que también le ocurre lo mismo al alma, no se reirá insensatamente cuando vea a alguna que, por
estar ofuscada, no es capaz de discernir los objetos, sino que averiguará si es que, viniendo de una vida
más luminosa, está cegada por falta de costumbre, o si, al pasar de un mayor ignorancia a una mayor luz,
se ha deslumbrado por el exceso de ésta; y así, considerará dichosa a la primer alma, que de tal manera se
conduce y vive, y compadecerá a la otra, o bien, si quiere reírse de ella, esa su risa será menos ridícula que
si se burlara del alma que desciende de la luz.
-Es muy razonable -asintió- lo que dices".
COMENTARIO DE TEXTO “EL MITO DE LA CAVERNA” DE PLATÓN
PRIMER FRAGMENTO:
Este fragmento pertenece a la obra de Platón, La República, donde aparece el famoso mito de la
caverna; el tema del fragmento es: los hombres ignoran el verdadero significado del Bien.
La escena que contemplamos en el texto muestra a unos prisioneros atados por cadenas que
les sujetan el cuello y las piernas, de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del
fondo de la caverna. Justo detrás de ellos, se alza un muro con un pasillo, a continuación, una
hoguera, por último está la entrada a la cueva que da al exterior. Por el pasillo del muro circulan
hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera,
se proyectan en la pared frente a éstos. Los prisioneros toman las sombras como la verdadera
realidad.
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Vemos pues dos mundos, la caverna representaría el mundo de las Apariencias; los prisioneros
atados son los seres humanos en estado de ignorancia y las sombras proyectadas simbolizan
los prejuicios presentes en el mundo sensible. Por otro lado, está el mundo de las Ideas que es
el inteligible, simbolizado por el mundo exterior, al que accede el prisionero cuando pierde las
cadenas y sale de la caverna, o sea cuando se educa.
El fuego representaría una luz de esperanza en el sentido de que estas personas pueden
abandonar su ignorancia y ascender – por medio del diálogo dialéctico- por la escarpada subida
hasta alcanzar el mundo externo, que representa la auténtica realidad. En este proceso
adquirimos, por medio de la educación, el conocimiento verdadero del Bien.
(Si analizamos esta escena, vemos que lo que perciben y toman como verdad no son más que
un cúmulo de ideas y prejuicios presentes en la opinión pública en la sociedad actual, así como
en la de Platón).
SEGUNDO FRAGMENTO
El tema principal de este fragmento es el ascenso gradual al conocimiento de la idea de Bien.
Platón nos cuenta cómo uno de los prisioneros es desatado, “obligado” al ascenso (proceso
educación) para salir de la cueva y mirar hacia la luz del sol, (símbolo del Bien), camino que ha
de seguir para ser curado de su ignorancia. A este hombre, Platón lo compara con un filósofo.
Será ahora cuando hallándose más cerca de la realidad goza de una visión más verdadera, pues
el hombre estará experimentando el paso desde el nivel más básico de conocimiento, la
imaginación hasta el segundo, que es la creencia. Se afirma aquí el optimismo epistemológico
platónico, pues el acercamiento hacia la realidad y al verdadero conocimiento es posible, es
enseñable. También se expresa en el texto que el camino y la salida de la caverna irán siendo
más dolorosos a causa de que tenemos que abandonar nuestras viejas creencias y prejuicios
para asumir la verdad (las chiribitas=deslumbramiento, le afectan los ojos, puesto que ha
pasado de la total oscuridad a la luz del día). Mas necesitará acostumbrarse a ella. Es en este
momento cuando el hombre llega al tercer nivel de conocimiento, la contemplación de las
estrellas y los astros, que representan los objetos matemáticos, para culminar con la
contemplación del sol, que representa la idea de Bien, último nivel de conocimiento. El Bien
gobierna el mundo de las ideas, es causa y origen a su vez de todo cuanto existe, al igual que
en el mundo de las apariencias, lo hace el sol (paralelismo). Solo cuando el hombre aprende y
entiende la idea del Bien podrá interiorizar su cumplimiento buscando el bien común, con la
realización de actos buenos en su vida.
TERCER FRAGMENTO:
El tema es la transformación de un ignorante en filósofo y el retorno de éste a las sombras. El
hombre que vuelve a la caverna siendo un filósofo comunica a los que permanecen en ella la
verdad del Bien.
El prisionero de la caverna es un ignorante que no sabe nada de la vida, pues no conoce el bien,
solo conoce sombras, no sabe de los dos mundos, está en la ignorancia más completa. Tras el
proceso educativo, sale al exterior para darse cuenta de cómo es el mundo en realidad y ver
que las ideas que él tiene son muy diferentes a las que tiene el resto de la población. La
consecuencia de salir al exterior es que toma conciencia de que sus ideas eran erróneas porque
él ha vivido siempre entre sombras, es decir, ha vivido siempre en una falsa realidad, el cambio
o proceso de purificación del alma conlleva una modificación doble, el cambio es tanto
antropológico (cambia y progresa su alma) como epistemológico, el prisionero ha atravesado
los 4 grados de conocimiento, pasando por la conjetura, la creencia, la ciencia matemática y la
intuición intelectual del Bien. (eikasía, pistis, dianoia y noesis)
Cuando retorna a la caverna vuelve siendo un filósofo y se da cuenta de que siempre ha vivido
engañado; ahora, ha aprendido a vivir y a pensar por sí mismo, sin dejarse influenciar por los
demás, siendo una persona autónoma y con un pensamiento propio, a diferencia del que tenía
antes en la caverna, que estaba influenciado por la escasísima sabiduría que tenía al ser un
prisionero y vivir entre tinieblas. Su retorno es una consecuencia de su evolución moral. Siente
la necesidad de volver y compartir, sin embargo, los otros lo rechazan, lo consideran torpe, y si
pudieran lo matarían. No están por la labor de emprender ese camino, prefieren permanecer en
la Doxa (=opinión). Tan sólo unos pocos se decidirán a iniciar esa aventura.
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NOCIONES:
Los Prisioneros y las sombras: En la obra La República, en concreto el mito de la caverna,
Platón presenta unos prisioneros, habitantes desde niños en el interior de la caverna, atados de
pies y cuello de forma que no pueden moverse, girar la cabeza ni verse a sí mismos o ver a sus
compañeros, ya que solo pueden mirar hacia delante.
El prisionero representa a nuestra conciencia que no es libre, no es dueña de la “verdadera
realidad” y está sumida en la ignorancia. Además el prisionero es la metáfora que utiliza Platón
para referirse al alma encerrada en el cuerpo, ésta no es libre para pensar y tampoco se
cuestiona el por qué de las cosas, influida por la realidad que le hacen creer. Platón considera
que el alma, de naturaleza inmaterial, es afín al mundo inteligible, pero su incapacidad para
controlar sus pasiones, y su débil voluntad hacen que su parte racional pierda el control y el
alma se precipite al mundo sensible ocupando un cuerpo en el que está encerrada como un
prisionero en una cárcel.
Esto simboliza que nuestra conciencia ha sido atrapada por los prejuicios, la opinión pública, la
manera de pensar habitual…en definitiva se corresponde con la idea de que en el mundo
sensible, nuestra conciencia no es libre, sino que la libertad hay que ganarla; Tenemos que
esforzarnos por emanciparnos de nuestros mitos y prejuicios. Para esto Platón nos propone el
ejercicio del diálogo socrático, en su ascenso dialéctico hacia el conocimiento de la idea de Bien.
No podemos entender al prisionero sin las sombras, por Sombras, entendemos las imágenes
que no muestran la realidad verdadera de las cosas, sino una realidad aparente: reflejo o copia
de las “ideas”.
En el relato, aparecen en dos escenarios distintos, el primero es en el interior de la caverna. Allí
los prisioneros encadenados desde niños solo pueden ver las sombras que se proyectan sobre la
pared de fondo de la caverna: sombras de ellos mismos y sombras de objetos artificiales que
otras personas transportan detrás de ellos, pero que los prisioneros no pueden ver. Representan
en la filosofía platónica las sombras del mundo sensible, el nivel mas bajo de realidad, y
constituyen el objeto de nivel mas bajo de opinión: las conjeturas. Por ejemplo: la sombra del
jarrón no me permite ver el material del que esta hecho, ni su color; Otros ejemplos de sombras
(=prejuicios): “Felipe es tonto”, opinión que sin embargo no hemos corroborado por nosotros
mismos.
El segundo escenario donde aparecen sombras es en el exterior de la caverna. Se habla de las
sombras (reflejo) de los objetos naturales que hay en el exterior de la caverna, aquello que los
prisioneros pueden ver cuando pasan de la oscuridad del interior de la caverna a la luminosidad
del exterior. Representan los objetos matemáticos del mundo inteligible, primer nivel dentro de
la episteme; si bien en el mundo cotidiano encontramos tan solo la ‘’copia’’ de las ideas
matemáticas. Aquí el termino sombra significa “imagen” como la imagen de una foto. Esta
definición no alcanza a ser tan peyorativa como en el primer caso, al que propiamente critica
Platón.
El mundo de arriba y el Sol: El mundo de arriba, representa desde el punto de vista
ontológico, el mundo de las ideas, y desde el punto de vista epistemológico, el verdadero
conocimiento. La salida de la caverna representa desde el punto de vista antropológico la
liberación del alma sometida al cuerpo y desde el pedagógico la educación de la persona. El
ascenso del prisionero por la áspera y escarpada subida y su posterior adaptación a la luz en el
exterior hasta ver el sol directamente, representan las dificultades del proceso educativo, que
identificamos como niveles de conocimiento (eikasia, pistis, dianoia, noesis). La dialéctica
(diálogo argumentativo) y el amor son los medios para ascender al mundo de las Ideas.
Las matemáticas son un preludio en el proceso de conocimiento necesario para que la persona
pueda conocer la idea de BIEN, si no supera la dianoia no puede llegar a la noesis. La Idea de
Bien aparece en la cúspide de las Ideas y se llega a ella a través de un proceso de ascensión
dialéctica, culminada en la noesis. El Bien, es la Idea suprema, genera y da unidad a las “ideas”
en el mundo inteligible.
No podemos entender el mundo de arriba sin el Sol. Por Sol entendemos la representación de la
Idea de Bien en el mundo sensible, cúspide y generador de vida de todas las cosas en el mundo
de las apariencias.
No tenemos capacidad para comprender la Idea de Bien si previamente no hemos adquirido los
conocimientos graduados de la fase anterior. Para salir de la caverna y llegar a contemplar el
Sol, el prisionero tiene que pasar por un periodo de aprendizaje, que abarca toda una vida. Éste
aprendizaje incluye momentos de coerción y a veces resulta doloroso. Primeramente, el
prisionero que sube la pendiente, antes veía solo sombras, (eikasia), luego discernirá ya los
objetos mismos (pistis), fuera de la caverna aprenderá a mirar las estrellas en la noche
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(dianoia) y así hasta poder mirar directamente el Sol, (noesis) descubriendo de este modo el
"mundo real". A partir de ahí se compadecería de sus compañeros (intelectualismo moral
socrático= el que conoce el bien, hace el bien) y regresaría para mostrarles su descubrimiento,
porque ellos viven "engañados", sin conocer la “Realidad”. En términos cotidianos es cuando la
persona reconoce su ignorancia y su error, se ve impelida a avanzar y recorrer un nuevo camino
lleno de baches e inseguridades pero se da cuenta de que es el único remedio, así poco a poco,
con dialogo y fortaleza aprehende un conocimiento verdadero de las cosas.
El retorno a la caverna y las tinieblas
El retorno a la caverna y las tinieblas tiene un significado alegórico. El filósofo tiene que
desandar el camino, recorrer de nuevo la pendiente, que ésta vez le lleva de regreso a la
ignorancia y al desconocimiento del bien. Proceso de descenso hacia la Doxa, que viene
representado por las tinieblas. El retorno a la caverna representa la obligación moral (dolorosa)
del filósofo (= prisionero liberado) de curar a los prisioneros de su ignorancia. Las tinieblas
representan una existencia en la que solo se concede valor a la opinión y el conocimiento
sensible.
Una vez que el prisionero ha contemplado el mundo exterior debe regresar al interior de la
caverna para transmitir a los demás el conocimiento de la verdadera realidad. Porque en el
fondo lo que Platón quiere comunicar es la importancia de utilizar esos conocimientos para
organizar la ciudad. Aquí encontramos una idea clave de la República: los filósofos son los que
deben gobernar la ciudad ya que son los únicos que utilizan la razón debido a la interiorización
de la idea del bien y la justicia, (Intelectualismo moral de Sócrates). Esto les permitirá
constituir un gobierno bueno y justo.
La Dialéctica es el método que requiere para captar las ideas, ya que, a diferencia de la retórica
sofística, tiene como objetivo llegar a la verdad. Es un camino doble: en primer lugar hay que
rechazar lo sensible para aprender lo inteligible (camino ascendente) y en segundo lugar, un
camino descendente por el que partiendo esta vez de la noesis, (camino directo e inmediato por
el que se accede al conocimiento de las ideas) tiene que “desaprender” hasta llegar a la eikasia
(grado de mayor ignorancia), pasando por la dianoia (el conocimiento obtenido mediante causas
y principios.) y la pistis (conocimiento sensible).
Aunque una vez captada la auténtica realidad a uno no le agrada regresar a la oscuridad. Sin
embargo, es la obligación moral del sabio, de nada le sirve conocer si no puede trasmitir a los
demás ese conocimiento.
Platón pinta de manera negativa ese retorno. El filósofo, acostumbrado a la luz del mundo
inteligible, no es capaz de reconocer los objetos entre las tinieblas, se muestra torpe, y se ríen
de él. Cuando el filósofo intenta ayudarles y reconducirles hacia el bien no solo no lo entienden
sino que además lo rechazan: lo que comunica les parecen disparates al estar cegados por su
ignorancia, les molesta y si pudieran lo matarían. Se desprende de aquí un cierto sabor
agridulce: al sabio nunca lo entienden, porque no lo olvidemos, viene a traernos una mala
noticia, la noticia de que vivimos sumidos en un error permanente. Vivimos entre prejuicios y
sombras de lo que es lo verdaderamente real, confundiendo el placer con la felicidad auténtica.
TEMAS:
TEMA 1: LA TEORÍA DE LAS IDEAS
La teoría de las Ideas constituye el centro del pensamiento platónico. Dicha teoría consiste en
aceptar la existencia de dos mundos: el Mundo de las Apariencias, donde todo es una imitación
o copia del mundo inteligible y por otro lado, el Mundo de las Ideas, donde habitan las ideas
verdaderas de las cosas, las cuales se encuentran en un estado total de perfección. Éste último
es el real, frente al otro que es aparente. El mundo de las ideas se convierte así en arquetipo de
la otra realidad, la sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que
tiene las características de ser material, corruptible, sometida al cambio, esto es, a la
generación y a la destrucción, copia de la realidad inteligible.
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Las ideas, material constitutivo del mundo de las ideas; son la esencia real de éste mundo
inmaterial. Siendo el Bien, su cima, la causa de todas las demás ideas.
Entre estos dos mundos, Platón establece un vínculo relacional de imitación, y participación.
Todo lo del mundo sensible participa del inteligible. Todas las cosas del mundo de las
apariencias son un reflejo o copia de las Ideas del mundo de las ideas.
Las Ideas son únicas, eternas e inmutables y, al igual que el ser de Parménides, no pueden ser
objeto de conocimiento sensible, sino solamente cognoscibles por la razón. No siendo objeto de
la sensibilidad, no pueden ser materiales. Y sin embargo Platón insiste en que son entidades
que tienen una existencia real e independiente tanto del sujeto que las piensa como del objeto
del que son esencia, dotándolas así de un carácter trascendente. Además, las Ideas son el
modelo o el arquetipo de las cosas, por lo que la realidad sensible es el resultado de la copia o
imitación de las Ideas. Las ideas, a su vez, están jerarquizadas, siendo la principal la idea del
Bien, que es causa y esencia común de todas las demás, y por lo tanto, el bien es la causa y
esencia de todas las cosas del mundo de las ideas y de toda la realidad. Así como en el mundo
de las apariencias sucede con el sol, siendo éste la causa de todo lo que existe. A continuación
vendrían las Ideas de los objetos éticos y estéticos, seguida de las ideas de los objetos
matemáticos y finalmente de las Ideas de las cosas.
Con respecto al hombre, Platón piensa que posee dos facultades de conocimiento. Mediante los
sentidos conoce el mundo físico y mediante la razón conoce las ideas. Ni que decir tiene que
para Platón el conocimiento perfecto es el racional frente al sensible, que es solo opinable. En
el núcleo de estos niveles de conocimiento se halla el nivel superior presidido por la dialéctica
que es la encargada de comprobar la validez de los principios de las ciencias inferiores.
La ciencia (episteme) es un conocimiento racional y habla sobre lo que es real, universal,
necesario e inmutable: las ideas.
Además, sólo la Idea es susceptible de un verdadero conocimiento o "episteme", mientras que
la realidad sensible, las cosas, sólo son susceptibles de opinión o "doxa".
Esta dialéctica en la búsqueda de las verdades cada vez más universales, llega a la única verdad
suprema, el Bien que sería una fuerza que elevaría el alma de la oscuridad a la luz, de la
ignorancia al auténtico conocimiento. Camino de ascenso dialéctico que se ve muy bien
representado en el mito en la figura de la pendiente escarpada que hay que subir, para finalizar
en la contemplación de la Idea de Bien. Esa subida está sostenida en el diálogo “socrático”.
Toda esta teoría la pone Platón de manifiesto en el Mito de la Caverna, en el cual se aprecia la
evolución del hombre desde la más profunda ignorancia, (Doxa) hasta el alcance de la idea más
suprema, el bien, mediante la filosofía y la razón (episteme).
4. CONTEXTUALIZACIÓN
4.1. La obra
El texto de este comentario, el mito de la caverna, es el más simbólico de Platón, el cual
pertenece al libro VII del Diálogo llamado La República. Esta obra se compone de 10 libros.
Exceptuando el primero que fue de redacción temprana, el resto Platón los compuso entre su
primer y segundo viaje a Siracusa. Este Diálogo está considerado como una de sus obras
cumbre, tanto por su riqueza de contenido ya que aborda numerosos temas, como por su
extensión. El mismo Platón lo tenía como obra central, resumen de sus doctrinas esenciales, al
converger en él las principales ideas de su pensamiento.
La República es tenida sobre todo como una obra clásica de teoría política y de educación.
Temas fundamentales son la justicia, el Estado y la educación. Con esta obra Platón responde a
los sofistas estableciendo una ciencia de lo no cambiante, para lo cual necesita crear dos
mundos (Mundo de las ideas y mundo de las apariencias). Y además, toma forma la idea de que
el hombre que ha recibido la educación, tanto el gobernante como el que gobierna, obtiene la
idea de bien. Resumiendo en La República, y especialmente en el libro VII, se expresa la idea de
la creación de una ciudad cuyo objetivo es alcanzar la felicidad absoluta gracias a un gobierno
justo que busca el Bien Supremo.
4.2. Sobre sus otras obras podemos hablar del Fedón, Banquete y Fedro que se sitúan, junto
con el más extenso la República, en la etapa que suele llamarse de «madurez». Platón ha
llegado a construir un sistema filosófico propio, que se funda en la llamada «teoría de las
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ideas», con una ética y una política subordinadas a una concepción metafísica idealista del
universo y del ser humano.
Fedón es un diálogo platónico que se ambienta en las últimas horas de vida de Sócrates, antes
de ser ejecutado. Platón utiliza este cuadro para exponer sus ideas de madurez: la teoría de las
Ideas, la teoría de la reminiscencia y la teoría de la metempsicosis, como elementos de una
discusión sobre la inmortalidad del alma. Por teoría de la reminiscencia (anámnesis),
entendemos que conocer es recordar. Se adquiere conocimiento recordando lo que el alma sabía
cuándo habitaba en el mundo inteligible de las ideas antes de caer al mundo sensible y quedar
encerrada en el cuerpo.
El Banquete es un diálogo platónico compuesto hacia el año 380 a. C. Esta obra, junto al Fedro,
conformó la idea de amor platónico. La narración se inicia con Apolodoro, que en una
conversación con un amigo rememora una historia que el amigo supone reciente. Este diálogo
no tiene la estructura socrática de preguntas y respuestas sino que cada personaje interviene
para exponer sus ideas sobre Eros.
El Fedro, es de la penúltima fase de la obra de Platón, y fue escrito en el año 370 a. C. Platón
utiliza el mito del carro alado para descubrir las partes del alma y el afán humano por el
conocimiento. Consiste en que el alma está formada por un caballo blanco (tendencias positivas,
bueno, hermoso), que se localiza en el pecho; otro negro (tendencias negativas, malo, feo), que
se encuentra en el vientre y por último el esclavo (la parte racional), que se encuentra en la
cabeza.
4.3. Platón ha sido uno de los filósofos más importantes dentro de la historia de la filosofía.
Platón fue influenciado por Heráclito de Éfeso, Pármenides de Elea, los Sofistas y Sócrates.
La filosofía de Heráclito y Parménides están también presentes en Platón. La teoría de las ideas
es un intento de conciliar las ideas básicas de estos filósofos presocráticos en torno a qué es lo
que caracteriza la realidad, el ser.
Heráclito sostiene que lo que define la realidad es su dinamismo, su devenir , su constante
cambio y evolución: "Todo fluye". Platón rechaza esa visión dinámica de la realidad propuesta
por Heráclito, porque considera que si no hay algo permanente-esencial e inmutable- será
imposible llegar a conocer cosa alguna, pues el objeto de conocimiento estará variando
constantemente. Asimismo, cuestiona a Parménides porque no explica la pluralidad, propia del
mundo físico, al plantear que el ser es inmutable, estático y único.
Platón resuelve esta controversia defendiendo la existencia de una doble realidad: el mundo
sensible, captado por los sentidos, y el mundo inteligible, sólo accesible a la razón. Este
dualismo ontológico lo lleva aceptar el dualismo epistemológico ya planteado por Parménides:
los sentidos nos conducen a la "vía de la opinión"; la razón, al "camino de la verdad".
Platón acepta de Heráclito la tesis del devenir como elemento esencial que define la realidad
pero lo aplica a la caracterización del mundo de las apariencias; También extrae la conclusión
de que es imposible conseguir un conocimiento verdadero y cierto de aquello que cambia. El
mundo sensible o de las apariencias, es un mundo múltiple y cambiante y el único conocimiento
que nos aporta es el de la opinión.
Por otro lado, Parménides afirma que la realidad es estática- siempre hay algo que permanece-,
es única, por lo que solo es posible explicar el ser de las cosas, su verdadera realidad. De él
Platón recoge la definición del Ser como lo perfecto, eterno e inmutable, lo cual utilizará para
caracterizar el mundo de las ideas y más particularmente la idea de Bien. A la vez que asume la
división de Parménides en vía del ser, el ser es, que nos conducirá al verdadero conocimiento
(episteme) y vía de la opinión, el no ser no es, lo cual identificará con el conocimiento sensible
propio del mundo de las apariencias; mundo del no-ser, del cambio (doxa).
En cuanto a los sofistas Platón no estaba de acuerdo con el relativismo que proponían. Según
los sofistas, entre ellos Gorgias, conocer la verdad es imposible, y de conocerla, no podríamos
expresarla con palabras- Desde este razonamiento, todos los valores absolutos en los que creía
Platón eran tan sólo opiniones.
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Otro célebre sofista es Protágoras, quién afirma: el hombre es la medida de todas las cosas, de
las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son. Lo cual nos conduce a
la afirmación relativista del todo vale, ya que es el hombre quien propone las leyes, las normas,
los valores, y éstos cambian en virtud de los acuerdos a los que van llegando, establecidos no
para siempre sino mientras estos mismos hombres les den valor.
Platón y Sócrates, no los aceptan porque imposibilita las definiciones universales y leyes éticas
para la toda la sociedad.
De Sócrates heredó la idea de que para alcanzar el conocimiento se utiliza la Dialéctica. Un
diálogo que a través de preguntas y respuestas va incorporando la ironía y la mayéutica, para
superar el nivel de opinión (doxa), y alcanzar un conocimiento más objetivo, la ciencia
(episteme). También se vio influenciado en otras de sus teorías como en la concepción de la
educación y en la búsqueda de las definiciones esenciales
Algunas influencias destacadas posteriores son:
Aristóteles, discípulo de Platón, criticó la teoría de las Ideas al rechazar que haya realidades
trascendentes e independientes del mundo físico, mantuvo, con su maestro, que junto a las
realidades individuales existen las entidades universales (esencias o formas), pero no situadas
fuera de las cosas de este mundo sino en lo individual: la idea de caballo no está fuera del
caballo, en otro mundo ideal, sino que pertenece al caballo mismo y constituye su forma. El
acceso a dichas entidades universales es a lo que se debe referir la ciencia.
Con lo que respecta a Plotino creó una nueva doctrina que tomaba algunos elementos del
platonismo (fundamentalmente su idealismo) y los mezclaba con doctrinas orientales. Plotino
generó así una doctrina semireligiosa centrada en la purificación y salvación del alma, que se
entendía como paulatina separación de esta respecto a la materia.
El dualismo antropológico de San Agustín recuerda al de Platón; también creyó en la existencia
de entidades universales (para este autor situadas en la mente de Dios), y rechazó una
concepción científica del conocimiento, aunque sustituyendo la reminiscencia por la iluminación
divina. Dios ilumina nuestra alma. La división de lo real en Ciudad de Dios y Ciudad terrena nos
remite a la que hiciera Platon entre mundo de las Ideas y de las Apariencias.
La teoría de Nietzsche se opondrá a estos dos grandes filósofos (tanto a Sócrates como a
Platón) por considerarlos responsables de los fatales errores que conducirán, casi desde sus
inicios, a la decadencia de la cultura occidental: la invención de un Mundo Absoluto, Inmutable,
Eterno, Verdadero, Racional, Bueno y Objetivo, mundo en el que habitará también el Dios y lo
trascendente de lo que nos habla el Cristianismo, nos han conducido al nihilismo y la decadencia
de Occidente; La moral “de esclavos” debe ser superada por una moral de “señores”.
Respecto a la situación histórica de Grecia (428a.C - 347a.C), Platón vivió en la época del
declive de su ciudad natal Atenas y en una sociedad dividida en aristocracia, pueblo y esclavos.
Consciente de esta decadencia culpa de ella a los excesos demagógicos de la democracia. Por
ello, su pensamiento va a tener como objetivo la propuesta de un sistema político en el que no
quepa la corrupción. Este sistema será la Monarquía del Filósofo-Rey. Su utopía política se basa
en el concepto de educación para vencer los intereses particulares. Para él los gobernantes
deber ser los mejores, ya que Platón es seguidor del intelectualismo moral socrático: “Los
sabios son los buenos”, es decir, quien conoce el bien querrá hacer el bien general.
Estas perspectiva es revolucionaria hasta entonces se entendía que los mejores, los
aristócratas, debían sus privilegios a su origen familiar, en cambio, Platón propone que la
función social depende de la formación del hombre. La preocupación política de Platón, se debe
a una nueva concepción de la ciudad (polis) espacio de amistad, justicia… donde todos los
ciudadanos tienen los mismos derechos e intereses común.

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