domingo, 21 de febrero de 2016

Nociones: Duda y certeza; Alma y cuerpo.... en Descartes

Duda y certeza: La duda es el estado mental (subjetivo) de quien no está seguro de que algo es verdad. Se opone a la certeza o certidumbre. En Descartes se convierte en una exigencia de su método según la regla de evidencia intelectual, pues lo primero que se requiere para que una proposición sea cierta es que sea enteramente indudable. Pero la duda cartesiana no es una duda escéptica, sino metódica. A diferencia de los escépticos, que sólo dudaban por dudar, Descartes duda para llegar a la verdad. Su duda no es para él un fin (como para los escépticos) sino un medio, (“camino hacia”). Asimismo, además de metódica, la duda cartesiana es universal y teorética. Universal porque se aplica a todo aquello de lo que se pueda dudar, y teorética porque no se extiende a la conducta, ya que en el campo moral acepta la moral social tradicional. La duda metódica termina (y se supera) con el descubrimiento del cogito: “cogito ergo sum”). Descartes desarrolla su duda metódica en tres fases: En primer lugar, Descartes pone en duda el ámbito de la experiencia sensible y de que las cosas sean como las percibimos mediante los sentidos ya que en ocasiones los sentidos nos engañan. En segundo lugar, añade otro motivo de duda: la imposibilidad para distinguir la vigilia del sueño. Del mismo modo que al dormir tomamos como real lo que soñamos, también podría ocurrir que la vigilia fuera una especie de sueño y que las cosas no existieran realmente. Finalmente, Descartes añade un tercer motivo de duda que le lleva a dudar de los razonamientos (incluso de los de la matemática). Para justificar este tercer nivel de duda, Descartes introduce en las Meditaciones metafísicas la hipótesis de un “Genio maligno”, esto es, de un dios malvado que podría llevarnos a error permanentemente y que hubiera hecho nuestra naturaleza de tal forma que tomara por cierto aquello que no lo es. Por otro lado la certeza es el estado mental (subjetivo) de quien está seguro de que algo es verdad. Se opone a la duda o incertidumbre. Una definición clásica de verdad sería por ejemplo la de Tomás de Aquino quien define la verdad como adecuación, esto es la concordancia entre lo que pensamos (que se expresa en una proposición) y lo que realmente son las cosas. En cambio, Descartes identifica verdad y certeza: una proposición es verdadera, si y sólo si es cierta, esto es, evidente. La certeza es la evidencia racional, esto es, la intuición de algo con claridad y distinción. La claridad se opone a la oscuridad (duda); una idea distinta es una idea bien definida, que se distingue bien de otras ideas (afines u opuestas). Este criterio se basa en el cogito, modelo de toda verdad y certeza, y está directamente conectado con el primer precepto o regla del método: la regla de intuición o evidencia. Tenemos por tanto, que para que podamos considerar un conocimiento como cierto tiene que cumplir dos condiciones : la claridad y la distinción. Tendremos un conocimiento claro de una idea cuando ésta esté presente de un modo manifiesto en nuestra mente y, además, ese conocimiento será distinto cuando conozcamos de un modo diferenciado sus propiedades. Así, por ejemplo, conocer con claridad la idea de “triángulo” es saber que es la figura geométrica de tres lados, y conocerla con distinción es conocer también todas sus propiedades (por ejemplo, que tiene tres ángulos y que éstos suman 180 grados). Alma y cuerpo:El alma “soy yo mismo”. Como en Platón, el alma es la esencia del ser humano: “el alma, en virtud de la cual yo soy lo que soy”. Las nociones de “alma” y “cuerpo” en Descartes pueden ser analizadas a partir del concepto de “sustancia”. Para Descartes, “sustancia” es “aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir”. Así pues, debemos distinguir entre sustancias finitas (las almas y los cuerpos) y una sustancia infinita (Dios). Toda sustancia es reductible a alguno de los dos atributos fundamentales: la extensión o el pensamiento. Hay, pues, tres sustancias: La “sustancia pensante” (res cogitans), que se identifica con el alma. La “sustancia extensa” (res extensa), que se identifica con el cuerpo. La “sustancia infinita” (res infinita), que se identifica con Dios. Sólo la res infinita, causa primera de las otras dos res, es sustancia en sentido estricto, puesto que las sustancias pensante y extensa necesitan de la divina para existir. El alma piensa ideas; las ideas son el contenido u objeto del pensamiento. Así pues, alma y cuerpo son diferentes, pues el alma no necesita del cuerpo para existir. Esta tesis expresa una concepción del ser humano dualista: dualismo antropológico radical, similar al dualismo platónico. Además, dado que el cuerpo pertenece a la sustancia extensa, éste es reductible a leyes matemático-mecánicas y, por tanto, el conocimiento verdadero del mismo consiste en reducirlo a tales leyes. Desde esta perspectiva, el cuerpo es concebido como una máquina que ha de ser estudiada con independencia del alma; está determinado por las leyes de la mecánica (cinemática y dinámica).Argumenta Descartes que la existencia de los cuerpos es dudosa. Solo después de demostrar la res infinita (Dios), la res extensa (el mundo y los cuerpos físicos) queda demostrada. Descartes distingue, en el alma, dos facultades: la razón (facultad de conocer) y la voluntad (facultad de querer), que es libre. En virtud de su libertad, el alma no se puede someter a las leyes mecánicas que rigen el cuerpo. Pero llegados a este punto nos surge un problema: si el atributo esencial del alma es el pensamiento y el atributo esencial del cuerpo es la extensión, ¿cómo puede concebirse la relación entre una y otra? Es decir, ¿cómo puede interactuar lo espiritual e inmaterial sobre lo material y viceversa? ¿Cómo conciliar mecanicismo y libertad? Descartes se encuentra en una situación difícil. Por una parte, su aplicación del criterio de claridad y distinción le lleva a subrayar la distinción real entre alma (res cogitans) y cuerpo (res extensa). Pero, por otro lado, era consciente de que los datos empíricos ponen de manifiesto su mutua interacción. Así, según Descartes, la comunicación entre ambos se da a través de la “glándula pineal”, que se ubica en el cerebro y que hace las veces de asiento físico del alma. Pensamiento e ideas: El pensamiento es el atributo esencial y la actividad propia del yo, es decir, de la res cogitans. Es el acto de pensar , del cual yo soy consciente en ese mismo acto. Pensar y ser consciente de algo son, para Descartes lo mismo; mi única actividad es pensar: todas las operaciones del alma, tales como los actos de conocer, querer, decidir, dudar, imaginar, recordar, sentir, etc., son igualmente “pensamientos”. Desde aquí escartes llega hasta una verdad indubitable “cogito, ergo sum” (“Pienso, luego soy/existo”), ya que, por muy universal que sea la duda no puede dudar de su propia condición: al dudar estoy pensando, y al pensar existo, al menos, como cosa pensante; mi ser consiste en “pensar”. Ahora bien, el “pensar” en Descartes no es una actividad exclusiva de la inteligencia, sino que comprende también la vida emocional, sentimental y volitiva (sentir, querer, imaginar…). Ahora bien, el pensamiento tiene como objeto de conocimiento las ideas; Descartes las define como los contenidos de mi pensamiento, es decir, lo que yo pienso. Todas las ideas que encuentro en mi pensamiento son reales: tienen una realidad intra-mental (no extra-mental). Las ideas no son cosas (res extensa), pero yo, como sujeto pensante, sí que soy una sustancia pensante. Estas se ponen de intermediarios entre el sujeto y el mundo. Atendiendo a su origen o procedencia, las clasifica en tres tipos de ideas: Ideas adventicias. Aquellas que tienen su origen en la experiencia sensitiva y parecen referirse a cosas del mundo (p. ej: las ideas de árbol, caballo, etc.). (Decimos “parecen referirse” en vez de “se refieren” porque aún no nos consta la existencia de una realidad exterior). Ideas facticias. Aquellas que son constituidas por el propio sujeto a partir de otras ideas, independientemente de que se correspondan o no con los hechos (p. ej: la idea de un caballo con alas, etc.). Ideas innatas. Aquellas que el pensamiento posee por sí mismo y, por tanto, son independientes de los sentidos y del sujeto. En ellas se basa el conocimiento verdadero, pues son ideas absolutas: res (sustancia), causa, número, yo, pensamiento, existencia, infinito (o perfecto). Además, Descartes incluye también aquí la idea de alma (que se identifica con la sustancia pensante) y la idea de Dios (que se deduce a partir de la ideas de infinitud, eternidad y perfección). Como racionalista, D. piensa que las ideas innatas son las más importantes. Entre ellas, la principal es la idea de infinitud: de algo infinito o perfecto, que D. reconoce como la idea de Dios (res infinita). Al deducir, a partir de ella, la existencia de Dios, D. piensa que ha superado el solipsismo.

sábado, 20 de febrero de 2016

El discurso del metodo: Una interpretación desde el texto

RESUMEN texto del DISCURSO DEL METODO DE DESCARTES Primer fragmento: El tema de este fragmento es la duda metódica, como respuesta a la decisión de dudar de todo hasta encontrar algo verdaderamente indudable. Su interés estriba en establecer un tipo de filosofía exacta, que puede ser universalizable, como lo son por ejemplo las matemáticas. Establece como necesario dudar de: - La incertidumbre de los datos sensoriales: supongo que las cosas no son (nunca) tal como las percibo (11-13). - Los errores en el razonamiento: rechazo como falsos todos los razonamientos que antes había considerado como demostraciones (13-16). Introduce la figura del genio maligno (y si un dios malo hiciera que me equivoque al razonar). - La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia: finjo que todo lo que he pensado en estado de vigilia (estando despierto) no es más verdadero que (o es tan falso como) las ilusiones de mis sueños (16-20). En esta parte Descartes, llega a la conclusión de que mientras está dudando piensa, y mientras está pensando, existe, pues es imposible dudar sin existir. De esta forma llegó a: “Pienso, luego existo”, primer principio de su filosofía (¡Ojo!, entendiendo existir en cuanto a existencia mental o racional, no física). Segundo fragmento: Aquí Descartes hace un análisis de lo que significa alma frente a cuerpo. El alma es esa cosa que piensa, en tanto el cuerpo es esa cosa material. Dice “puedo fingir” que el cuerpo no existe, pero no puedo fingir que no existe el alma, porque la duda y el fingir son estados mentales, es decir que ya estoy pensando. Extrae dos conclusiones: 1ª) sobre la esencia del yo o alma: yo soy una sustancia (res) cuya esencia o naturaleza es pensar (32-33), y que existe de manera independiente de la extensión o materia (33-34). 2ª) sobre la distinción de alma y cuerpo: la esencia del alma (res cogitans) es enteramente distinta e independiente del cuerpo (res extensa) (34-36): dualismo antropológico radical. Descartes dice que si eliminamos el pensamiento ya no existimos, ya que afirma que la esencia propia del hombre es el pensamiento. En tanto el atributo del cuerpo es su materialidad. Por otro lado, revisa el criterio que debe seguir para saber si algo es verdadero. Está buscando un criterio de verdad y éste lo encuentra en el “cogito”. Las proposiciones que sean tan ciertas como “pienso, luego existo” son verdaderas: cuando las percibimos de forma clara y no las confundimos con los demás. Esta es la formulación de la primera regla del método, la de la evidencia: no tomar por verdadero, sino lo que se presenta a mi mente de manera clara y distinta. Tercer fragmento: Éste contiene el argumento “ontológico” de S. Anselmo como prueba a priori, para demostrar la existencia de Dios , elaborado a partir de ciertos teoremas de la geometría. Descartes reflexiona acerca del hecho de cómo siendo él un ser imperfecto puede concebir la perfección. Dado el hecho de que no puede proceder de él ni tampoco de la nada (porque de la nada, nada deviene), sólo queda la posibilidad de remitirse a una naturaleza más perfecta; Argumenta que al ser nosotros seres imperfectos, no podemos generar algo perfecto, ya que lo perfecto sólo puede proceder de lo perfecto, no de lo imperfecto, y lo perfecto es Dios. Este razonamiento lo coteja con la matemática y propone un teorema de la geometría demostrado con evidencia (“los tres ángulos de un triángulo son necesariamente iguales a dos rectos”): aunque es evidente, no podemos afirmar con certeza la existencia real (“en el mundo”) de su objeto (un triángulo). Examina de nuevo la idea (innata) de un ser perfecto (idea de Dios) y advierte que la existencia de tal ser está incluida en tal idea del mismo modo que en las ideas de triángulo y esfera están incluidos los teoremas correspondientes . Descartes establece el paralelismo entre la idea de triángulo y la de Dios. Lo esencial de un triángulo es que tenga tres ángulos, y lo esencial en Dios es su existencia, por lo que si le quitamos un ángulo a un triángulo ya no sería un triángulo , y si le quitas la cualidad de la existencia a Dios, Dios ya no sería Dios porque le estas quitando algo, le estas quitando la perfección.