miércoles, 13 de enero de 2016

TEMA 1 : Teología racional y teología revelada El tema de Dios está en el centro de la cultura medieval: el hombre medieval (cristiano, judío o musulmán) es creyente. Pero, ante el hecho de que hay hombres que son incrédulos o ateos, algunos filósofos y teólogos se preguntaron si la filosofía tiene algo que decir sobre el “problema de Dios”. Por eso, una de las cuestiones o problemas principales de la filosofía medieval es ésta: ¿puede el hombre, con la luz natural de la razón, llegar al conocimiento de la existencia de Dios? ¿Es posible demostrar o probar (racionalmente) su existencia? Tomás de Aquino da una respuesta afirmativa a esa cuestión. Ahora bien, esa cuestión presupone la existencia de dos fuentes o formas de conocimiento: a) la razón (la filosofía y la ciencia) y b) la Revelación (la Palabra de Dios revelada, que el hombre acoge por la fe). Obviamente, por la fe tenemos la certeza de que hay un Dios (uno y trino), pero ¿puede la razón (natural) acceder al conocimiento (cierto) de la existencia y unidad del Ser supremo? Cuando Tomás se decide a elaborar una “teología filosófica” ante la constatación de un hecho notable e inquietante: hay hombres que, aun contemplando el orden y la armonía del cosmos, es decir, las maravillas de la creación, no reconocen la existencia de un Ser inteligente y bueno como causa (como “hacedor” o “artífice”) de esas maravillas: no son capaces de descubrir al Creador (al Dios invisible) a partir de las creaturas (visibles) , con lo que se propone utilizar argumentos racionales a posteriori (las cinco vías) para demostrar que sí existe –no a priori, como había hecho Anselmo de Canterbury: (Tomás de Aquino critica el “argumento ontológico” de san Anselmo, considerando que el “salto” que da del plano lógico al plano de la realidad (plano ontológico) no está justificado, y, por tanto, dicho argumento no es una prueba concluyente ni convincente). En Sto. Tomás se dan una razón y una filosofía como preámbula de la fe. La filosofía posee su propia configuración y autonomía, pero no agota todo lo que se puede decir y conocer. Es preciso integrarla con todo lo que tiene la doctrina sagrada acerca de Dios, del hombre y del mundo. La filosofía brinda un conocimiento imperfecto sobre las mismas cosas, con respecto a las cuales la teología está en condiciones de aclarar, aspectos y propiedades específicas, en relación con la salvación eterna. La fe, pues, mejora la razón al igual que la teología lo hace con respeto a la filosofía. La gracia no sustituye la naturaleza, pero la perfecciona. Lo cual significa dos cosas: primero que la teología rectifica la filosofía, pero no la sustituye, al igual que la fe orienta la razón, pero no la elimina. Por lo tanto es necesario elaborar una filosofía correcta para que se haga una posible buena teología. Existe una clara distinción entre la filosofía y la teología, o lo que es lo mismo, entre la razón y la fe. Esto se produce porque hay unas verdades que son relevadas y solo se puede acceder a ellas mediante la fe y otras que son naturales y se pueden comprender mediante la luz de la razón natural. Los artículos de fe, como los dogmas o misterios, solo pueden ser creídos por la voluntad a la que Dios asiste mediante la gracia. Los artículos de fe son inaccesibles a la razón, nos resulta imposible comprenderlos, y por eso la teología se ocupa de su estudio. Un artículo de fe es la esencia de Dios, lo que Dios es. Nuestra inteligencia no puede alcanzar a comprender ni a conocer la esencia de un ser infinito y perfecto. Por otro lado, la razón se ocupa de investigar los entes, las cosas naturales: para ello parte de los axiomas, como las verdades evidentes en sí mismas, y sus conclusiones se mantienen en el ámbito de lo racional y lo natural. Se debe encontrar la concordancia entre la razón y la fe. En este sentido, la filosofía puede apoyar en la fe su comprensión de la verdad revelada. De ahí que T. Aquino afirme que la filosofía es ancilla theologia, la sierva de la teología. Este es el punto de conexión que nos permite llegar a los preámbulos de la fe. Estos son verdades que requieren de una demostración racional para la fe, la primera es la existencia de Dios. De esta forma se puede llevar a la razón en un proceso ascendente, hasta la revelación y después descender desde la revelación a las verdades naturales que estudia la razón. En tanto que para el agustinismo filosófico no hay separación entre filosofía y teología, entre razón y fe, pues ambas colaboran solidariamente en el esclarecimiento de la verdad: la razón sirve a la fe y la fe ilumina a la razón. La razón sola, sin la fe, no puede alcanzar la verdad (que es Dios). Su máxima expresión “crees en la medida en que comprendes”. San Anselmo coge este principio agustiniano y lo lleva hasta sus últimas consecuencias; no se trata de entender para poder, sino de la necesidad de la fe para poder conocer la verdad. Sin fe no se puede alcanzar la verdad. Sin embargo, como veremos en el texto, para Santo Tomás esta demostración no es válida porque parte de la esencia de Dios. Su argumentación desde la racionalidad le permite desmontar el rechazo de los escépticos de su tiempo. Tema 2: Las cinco vías y su estructura lógico-argumentativa Dado que la creencia en la existencia de Dios es fundamental para la salvación, Dios la ha dado a conocer a todos los hombres en los textos sagrados y en la fe. Pero Santo Tomás fue optimista en cuanto a las capacidades de la razón humana y consideró que también podemos conocer la existencia de Dios con las fuerzas de la razón natural. Se llaman “Cinco Vías” a los cinco argumentos que expone en la “Suma Teológica” y que le permiten demostrar su existencia. Estas pruebas (o vías para llegar a su existencia) tienen antecedentes en otros filósofos, particularmente Aristóteles. A diferencia del argumento ontológico, que el propio Tomás de Aquino rechaza, las Vías comienzan por la observación de rasgos del mundo que se ofrecen en la experiencia (en este sentido se puede decir que son argumentaciones a posteriori). Dado que la fe afirma que Dios ha creado el mundo, es razonable suponer que en las criaturas podemos encontrar una huella o vestigio cuya correcta comprensión nos ayude a remontarnos a Él como causa. El esquema común a las Cinco Vías es el siguiente: 1. PUNTO DE PARTIDA: un dato de experiencia, un rasgo que se puede observar en las cosas y que es distinto para cada Vía (movimiento, causalidad, existencia dependiente de otro ser, perfección, conducta final). 2. PRINCIPIO METAFÍSICO: en un segundo momento, Santo Tomás introduce un principio de índole filosófico o metafísico a partir del cual desarrolla la prueba (todo lo que se mueve se mueve por otro, nada de lo que experimentamos es causa de sí mismo, ...). 3. IMPOSIBILIDAD DE SERIES HASTA EL INFINITO: este momento es particularmente claro en la primera y segunda Vía, en donde se señala expresamente la imposibilidad de prolongar hasta el infinito la serie de motores y la serie de causas eficientes, siendo necesario detenerse en un término. 4. TÉRMINO: las Vías concluyen en la afirmación de la existencia de Dios y en cada caso atribuyéndole un rasgo característico (Dios como Primer Motor, como Primera Causa, como Ser Necesario, como Ser Perfectísimo, como Ser Ordenador). Los nombres dados a Dios en cada una de las Vías se fundamentan en la consideración de las cosas del mundo como efectos de su poder creador; pero esos efectos no son proporcionales a la causa (a Dios) dada la radical distancia que le separa de las criaturas; sin embargo, por cualquier efecto podemos deducir la existencia de la causa correspondiente, así por los efectos de Dios en la creación podemos demostrar su existencia, aún cuando no podamos tener un conocimiento exacto de cómo es Él en sí mismo. LAS CINCO VÍAS Muy resumidamente diremos que la primera vía habla del movimiento en el mundo. Siendo así que todo lo que se mueve es movido por otro; y dado que no es posible remontarse al infinito en la serie de los motores movidos, llegamos a la conclusión de que hay un Motor inmóvil, responsable del movimiento en el mundo, y este es Dios. La segunda, parte de que en el mundo sensible nada es causa de sí mismo, porque si no se daría el existir o el obrar antes de ser, lo cual es imposible. No es posible remontarse al infinito en la serie de las causas incausadas. Por lo tanto, hay que imaginar que existe una primera causa incausada, y esta es Dios. La tercera parte del hecho de que en el mundo hay seres contingentes. Si todo lo que es pudiera no haber sido, el mundo no quedaría suficientemente explicado. No es posible que todos los seres sean contingentes, hace falta que haya un ser necesario que explique la existencia de los demás, este es Dios. La cuarta, parte de que los seres naturales tienen cualidades en diferentes grados. El mas y el menos se dice respecto de algo que es el ser perfecto en grado sumo, y según se aproximen o se alejen de él así participarán en cierto grado de estas cualidades. Pero para que esto sea posible tenemos que admitir la existencia un ser perfecto, (Dios). Por último, la quinta vía, parte del hecho de que en el mundo todo está ordenado, incluso los seres que carecen de inteligencia obran por un fin. No es posible que el azar sea causa del orden del universo, por tanto, es precisa la existencia de una inteligencia ordenadora, que no es otra sino Dios.

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