lunes, 11 de enero de 2016

Las nociones del comentario a Sto. Tomás

Nociones: Movimiento y Primer motor: Santo tomas utiliza el movimiento y el primer motor para demostrar la existencia de Dios. Se fundamenta en la física de Aristóteles y en la filosofía de Maimónides y San Alberto Magno. Dice que los sentidos nos demuestran que hay cosas en el mundo que mueren o cambian, por lo tanto existe el movimiento, y no sólo un movimiento local, sino también un cambio, crecimiento o evolución de algo. Define el movimiento como el paso de la potencia al acto y argumenta que es imposible estar en potencia y en acto a la vez respecto de lo mismo. Por potencia entendemos la posibilidad de llegar a ser algo que todavía no es. Por ejemplo: una semilla no puede estar a la misma vez en potencia y en acto de ser un árbol. Aplica también el principio de causalidad según el cual "todo lo que se mueve es movido por otro". Así que el primer motor a partir del cual se produce el movimiento de los demás seres es Dios. El principio de causalidad se basa en otros dos: - Todo lo que se mueve es movido por otro, es decir, no hay inercia ni automovimiento. Un ser en potencia está en disposición al cambio, alcanzado este nivel, está en acto, pero a su vez volverá a estar en potencia respecto de algún otro movimiento o cambio. - Lo que se mueve no puede ser lo mismo que lo que es movido, es imposible remontarse al infinito buscando la causa en acto que provoca el movimiento de cada cosa. Sería imposible afirmar que no hay un primer motor, pues si no lo hubiese sería infinita esta cadena. Es preciso llegar pues al primer motor. Si utilizamos el símil de la locomotora, los vagones del tren necesitan de la misma para que haya movimiento. El primer motor es aquel que mueve sin ser movido. Dios ha de ser inmutable porque es acto sin potencia, lo cual quiere decir, que no se mueve, por tanto, impulsa el movimiento a los demás seres. Si el primer motor perteneciera al mundo real, sería hilemórfico como todo lo demás y no podría ser el primer motor, por tanto no debe pertenecer a este mundo, debe ser Forma Pura y Acto Puro, y Dios tiene estas cualidades. De lo contrario, si admitimos que está en potencia, tenemos que decir que es movido por otro, lo cual no es posible, porque llegaríamos a otro ser superior, por lo que llegamos a la afirmación última de que hay un primer motor que mueve sin ser movido, y éste es Dios. Causa eficiente primera y Ser necesario Sto. Tomás asume la noción aristotélica de causalidad y de causa eficiente . De hecho, la segunda vía se basa en la teoría aristotélica de las cuatro causas y, en particular, en la noción de causa eficiente. Por causa eficiente primera entendemos a Dios. Porque ninguna cosa puede ser causa de sí misma. Si alguna cosa fuera causa de sí misma, quiere decir que se daría el ser o el obrar a sí misma. Y si se diera el ser, entonces existiría antes de existir, porque para darse el ser tendría que ser; Si se diera el obrar, tendría que obrar antes de ser. Ahora bien, en la serie de las causas eficientes no es posible llegar hasta el infinito, porque en todas las causas eficientes ordenadas, la primera es la causa de las causas intermedias y las intermedias son las causas de las últimas, pudiendo las causas intermedias ser varias o una sola. Si quitamos la causa, quitamos el efecto. Por tanto, si no existe causa primera, no habría ni intermedia ni causa última. Por eso es necesario admitir una causa eficiente primera de la que derivan todas las demás. Y ésta es Dios. En las vías primera, segunda y quinta, Tomás sigue la interpretación que hace Averroes de la teología de Aristóteles : según Averroes, el Dios aristotélico es la primera causa eficiente y final del cosmos y de todos los movimientos o cambios que en él acontecen. En tanto analiza la noción de ser necesario en la tercera vía en la que, partiendo de la existencia de seres contingentes o posibles, deduce esta conclusión: debe existir un Ser absolutamente necesario, al que llamamos Dios. En filosofía, la noción necesidad se opone a la noción contingencia: necesario/contingente. Lo necesario es lo que es y no puede no ser (como el ser de Parménides). En cambio, lo contingente es lo que es pero podría no ser, y también lo que es así pero podría ser de otro modo. Todo lo que hay (y acontece) en el mundo es contingente; más aún, el mundo mismo es contingente. Los seres contingentes son seres relativamente necesarios, es decir, su necesidad es relativa a otro ser antecedente. (Si no fueran en cierto sentido o de algún modo necesarios, no existirían en modo alguno). Pues bien, la razón o fundamento último de su (relativa) necesidad y, en definitiva, de su existencia ha de ser un Ser que sea necesario por Sí mismo (no por otro): un Ser absolutamente necesario, es decir, Dios. Si tal Ser no existiera, la existencia de las cosas y del mundo sería inexplicable. Esta verdad nos ayuda a entender (y a responder) aquella pregunta que planteó Heidegger (filósofo alemán del s. XX): ¿por qué el ser (el mundo) y no –más bien– la nada? Las nociones de Ser necesario y seres contingentes, así como la tercera vía, se basan en dos filósofos musulmanes de la Edad Media: Avicena (ss. X-XI) y Averroes (filósofo musulmán del s. XII, cordobés, gran comentador de Aristóteles). También incorpora la noción platónica de participación: los seres contingentes, en cuanto creados, reciben el acto de ser de Dios creador; en este sentido, participan del ser (y de la perfección) por antonomasia, que es el Ser necesario (y sumamente perfecto: cuarta vía), de un modo análogo a como los seres del mundo sensible participan, según Platón, de la Idea suprema: el Bien-Belleza. (Hay una analogía entre el Bien-Belleza de Platón y el Dios de las vías tercera y cuarta). Ser perfectísimo e inteligencia ordenadora: La noción “ser perfectísimo” aparece en la cuarta vía: “se deduce de los grados de perfección (o la jerarquía de valores) que encontramos en las cosas del mundo”. En el mundo hay entes que poseen estas cualidades de forma gradual según se acerquen más o menos a este máximo. El ser perfectísimo es aquél que posee el ser en grado máximo, así como la verdad, bondad, y la unidad. Este ser es máximamente verdadero, noble, bueno y por consiguiente, ser en grado máximo. Porque lo máximo en la verdad, también es lo máximo en el ser. Conclusión: Debe haber algo (principio o motor, según el pp. causalidad aristotélico) que para todos los entes sea causa de su ser, de su bondad y de todas las demás perfecciones, de cuya perfección participan –en diversos grados y modos– todas las cosas, al que llamamos Dios. Siguiendo a Aristóteles , Tomás usa una imagen: el fuego, que es la causa del calor que tienen todas las cosas calientes que están más o menos cerca de él. En la quinta prueba de la existencia de Dios se menciona una causa que ordena el mundo, denominada inteligencia ordenadora, (similar al Nous de Anaxágoras y al Demiurgo de Platón), que dirige todas las cosas naturales a su fin propio. Esta se remite a la demostración de San Juan Damasceno. Esta teoría teleológica plantea que todos los seres, incluso los que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, pues frecuentemente actúan de la misma manera para alcanzar lo mejor, lo cual no puede ser por azar, sino intencionadamente, ya que los seres carentes de conocimiento no tienden a un fin, a no ser que los dirija y ordene algún ser cognoscente e inteligente. Sin tal Ser inteligente el orden cósmico sería, en última instancia, inexplicable. Luego existe necesariamente un ser inteligente por el cual todas las cosas naturales se ordenan a su fin, y a ese Ser le denominamos Dios. Para ilustrar esta noción, Tomás usa una hermosa imagen: un arquero que dirige la flecha certeramente al blanco. Existencia de Dios y existencia del mal Santo Tomás considera que podemos demostrar la existencia de Dios racionalmente, ya que no es, a priori, evidente por sí misma. Contrario a San Anselmo, que sí utiliza una demostración a priori: “Dios es el ser mayor que el cual nada puede ser pensado”, defiende una demostración a posteriori, siguiendo mayormente, el esquema racional del planteamiento argumentativo- filosófico de Aristóteles, (principio de causalidad), que aplica a sus cinco vías. Ahora bien, ¿cómo refutamos la objeción del ateo, que afirma la inexistencia de Dios. Veamos: a) en primer lugar, el ateo, que pretende negar la existencia de Dios, toma la existencia del mal en el mundo como razón metafísica de la imposibilidad de la existencia de un Ser que es definido como el bien infinito o absoluto; b) en segundo lugar, Tomás, siguiendo a Agustín, contempla dos atributos de Dios –la bondad infinita y la omnipotencia– como punto de partida para refutar la primera objeción del ateo, sosteniendo que Dios puede permitir algún mal como ocasión para sacar de él un bien (mayor). Concretamente para la existencia del mal, afirma que Dios por ser el ser perfectísimo no admitiría mal en el mundo, a no ser que de él extrajera un bien mayor. Dios concede al hombre la libertad de elegir, de realizar el bien o el mal (libre albedrío), pudiendo equivocarse en su elección y siendo responsable de ella. Negar la libertad del hombre conllevaría un mal mayor. En definitiva, Santo Tomás interpretaba la ley natural como la ley moral, y la identifica con la razón humana que ordena hacer el bien y prohíbe hacer el mal. Por tanto, la ley moral es natural y racional. La ley natural proviene de Dios y es, por tanto, eterna y divina.

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